VOX extremadura
La presidenta del PP de Extremadura, María Guardiola y el portavoz de Vox en la Asamblea de Extremadura, Ángel Pelayo Gordillo, durante la firma del acuerdo entre PP y Vox para gobernar en coalición el 30 de junio. Foto: Jorge Armestar / Europa Press

El quiero y no creo de Vox

5 Min. lectura

Si una imagen vale más que mil palabras, con dos tendríamos apañada esta crónica. La primera, del 20 de junio, cuando la popular María Guardiola y candidata a presidir el Gobierno de Extremadura, anuncia que no puede dejar entrar en su gobierno a Vox. La segunda, del 30 del mismo mes, cuando Guardiola cede el paso a Vox y se le queda una cara de otra que no puede ocultar ni a tiros. Entre estas dos fotos han pasado 10 días y unas cuantas llamadas al orden por parte de la Dirección Nacional del PP.

Tal y como adelantó Crónica Libre, la consigna era pactar con Vox. Sin escrúpulos. Queda claro que, aunque Extremadura aún no tenga AVE, Génova no queda tan lejos. Atrás quedó la promesa de Feijóo de dejar gobernar a la lista más votada. Atrás quedaron las palabras dadas, que, como ha demostrado el PP, se las lleva el viento del poder. Poco duró la alegría entre el electorado de la derecha que siga llamándose moderado.

La incoherencia de Vox y las Comunidades Autónomas

Si, según el genial Francisco de Goya, el sueño de la razón produce monstruos, el de la emoción, produce, cuando menos incoherencias. Y en estas dos últimas dos campañas, tan emotivas como cargadas de sinrazón, al PP le supuran sus socios de Vox por las costuras. Vale que sean dos ramas del mismo árbol, ya lo dijo Esperanza Aguirre cuando se refirió a sus votantes como nuestros votantes. Está bien que, como cualquiera que se presenta a una carrera, quiera ganarla, pero de ahí a negociar a cara perro las máximas competencias posibles en una entidad territorial en la que, históricamente, no creen, va una cronología.

Vox se funda como partido el 13 de diciembre de 2013. Aquella amalgama de votantes descontentos del PP y otros aledaños aún más nostálgicos de la dictadura de Franco, se autocalificaba de ultranacionalista, y tiene como propósito estrella llevar a cabo un proceso de recentralización para terminar con el Estado de las Autonomías. La primera en la frente.

Cierto es que, por entonces, hasta el propio PP se congratulaba de que la extrema derecha no pudiera entrar en el gobierno español, pero… ¡Quién te ha visto y quién te ve! Fueron ganando adeptos y en 2015 se presentaron a las elecciones. Dos años después de su formación seguían con lo suyo. Abascal lo tenía claro: el Régimen político del Estado de las Autonomías está agonizante y obsoleto mostrando la incapacidad para resolver los problemas actuales de la sociedad civil. Hasta aquí todo lo esperable.

Todo empezó en Andalucía

Sin embargo, en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre de 2018, Vox roza el poder y entra en el Parlamento andaluz con 12 diputados. Es el despertar de una fuerza, que poco a poco ha ido calando en el imaginario colectivo de una España que sueña con la mano dura para todo aquel que no piense como él.

Aunque Moreno Bonilla consiguió esquivar su entrada en el Parlamento, su beneplácito sembró un futuro lleno de esperanza para los de Abascal. Y hete aquí que en 2019 llegan nuevas elecciones regionales. Y aquí sí tocan poder en Castilla y León. Consiguen 13 procuradores en Cortes, y cómo exclama un pletórico Abascal “¡Qué cara de vicepresidente se le está poniendo a Juan García Gallardo!”. No se equivocó. Tenían la llave de la gobernabilidad. Y entraron.

El 28-M de 2023, con unos más que buenos resultados electorales, y un PP que los necesita más que Verano Azul a Chanquete, quedó claro que las Autonomías habían pasado a convertirse, por arte de pactos, en un objeto de deseo.

El caso Valencia

Y así, llegamos a Valencia. Menos de tres horas de negociación, un vicepresidente torero, y cesiones a mamporro: presidencia de Les Corts, vicepresidencia del Consell, y las competencias de Cultura, Justicia, Interior y Agricultura. El PP compra una agenda machista donde no entra ni el feminismo, ni la violencia de género, ni el cambio climático, ni el aborto, ni la memoria histórica. ¡Bienvenidos al siglo XXI!

Vox se empeña en hacer pedagogía populista y para eso tiene su prioridad en Cultura, y en todo aquello que esté más cerca del estómago de sus votantes. De ahí su otro afán, Agricultura, saben los señoritos que un buen subordinado no discute, aunque Europa regule. Que lo arreglen otros.

María Guardiola, la insoportable levedad del ser

Y por un momento, la luz se hizo entre las sombras y los focos llegaron a Extremadura. La popular María Guardiola, más alineada con Moreno Bonilla que con Génova, anunció emocionada: “Yo no puedo dejar entrar en mi gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, que deshumanizan a los inmigrantes, o que tiran a la papelera la bandera LGTBI”. Jolgorio general en medios y redes.

Federico Jiménez Losantos, tan respetuoso con las mujeres como de costumbre, le dedicó estas palabras: “Vete a SUMAR, o vete a fregar, o vete a escardar, o vete a aprender a leer”. Ana Rosa fue más poética: ha nacido una estrella. Sí, pero estrellada. Su luz no duró más de 10 días. Guardiola creía que su partido defendería su verso libre, como había prometido Semper, pero está claro que la palabra de Semper vale lo que vale. Nada, lo dijo el mismo.

Ya lo avisó José Luis Ábalos en entrevista con este medio. Las palabras no son inocentes porque se traducen en políticas. Y el poder engancha más que el fentanilo. Tras 10 días de tensiones, Génova dio la orden y Esperanza Aguirre, quizá animada por el positivo protagonismo de Zapatero en campaña, salió de sus aposentos y zanjó el tema. “No se puede anteponer Extremadura a España”.  

Guardiola anunció por carta su intención de no posponer el reto inmediato de llevar a Feijóo a Moncloa. La Dirección Nacional del PP lo tiene claro: ahora sólo toca hablar de Sánchez, que por otra parte es lo que lleva haciendo, a falta de programa, toda la legislatura. El 30 de junio una visiblemente desmejorada Guardiola, escenifica el pacto junto al líder regional de Vox, Ángel Pelayo Gordillo.

Ya es presidenta de la Junta con la ultraderecha en su Consejo de Gobierno. Dónde hay patrón no manda marinero. Por el camino quedaron muchos comentarios en redes, muchos votantes desilusionados con aquella flor de un día, y mucho ruido mediático. Lo que deberían quedar son pocas dudas de los planes de PP-VOX. Como ya ha ocurrido en Baleares, cabe esperar que Vox irrumpa con fuerza en todo hueco que pueda arañar, dejando patente que la frase donde dije digo, digo Diego, es algo más que un dicho del pasado. Ahora que las tengo, parece que sí me vienen bien las Autonomías.

Pocas dudas nos quedan en este aspecto. Solo cabe esperar que nunca pronuncien la frase, las maté porque eran mías.

María Bayón

María Bayón es periodista especializada en política e investigación.
Ha trabajado en prensa, radio y televisión desarrollando su carrera profesional en varios países.